8.1.08

AL ENCUENTRO CON DIOS

El primer mensajero de este nuevo año 2008 aparece un poco atrasado por motivo de mi ausencia a fin del año y los primeros días de enero. En mi parroquia natal, ha fallecido el párroco Jorge Obst, que desde el año 1966 estuvo al frente de la parroquia. Le debo mucho en mi proceso vocacional. Fue un hombre de oración y de entrega total al rebaño le confiado. Cuando tome la decisión de ingresar a la vida religiosa estuvo a mi lado; me llevo al noviciado. El mismo atendió a mis queridos padres antes de su muerte. Hace seis años estuvo en Concepción en el día de mi ordenación episcopal. Unos días antes de fallecer participó en un quermés organizado en mi pueblo natal, cuyos fondos recaudados fueron destinados para nuestro Vicariato.

Doy gracias a Dios por haberme permitido crecer a su lado y participar en su despedida terrenal. Gracias a la fe en la vida eterna lo siento todavía más cercano en mis actividades pastorales que El Señor me ha encomendado.

En el camino de retorno a Bolivia, tuve que esperar casi nueve horas en el aeropuerto de San Pablo. Fue un día antes de la fiesta de los Reyes. Tuve mucho tiempo de pensar en este misterio de la Revelación del Señor a todos los pueblos (cfr. Is 52,7-10). En este lugar de aterrizaje tantos aviones de muchos países del mundo entero me preguntaba: ¿Cómo hacer realidad la palabra del profeta: “Levanta la vista en torno, mira, todos esos se han reunido, vienen a ti”.

La fiesta de la Epifanía que hemos celebrado recientemente es y quiere ser la primicia de este proyecto de Dios expresado por la boca del profeta: “vienen todos, trayendo incienso y oro, proclamando las alabanzas del Señor”.

El Papa Benedicto XVI en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que se celebro el 1 de enero, nos invita a tomar consciencia de esta llamada del Señor a formar entre todos la común familia humana: “No vivimos unos al lado de otros por casualidad; todos estamos recorriendo un mismo camino como hombres y, por tanto como hermanos y hermanas. Por eso es esencial que cada uno se esfuerce ante Dios, reconociendo en El la fuente de la propia existencia y la de los demás. … Sin este fundamento transcendente la sociedad es sólo una agrupación de ciudadanos, y no una comunidad de hermanos y hermanas, llamados a formar una gran familia (6).

En este aeropuerto hay muchos lugares de esparcimiento: restaurantes, duchas, masajes relajantes, tiendas para comprar regalos, etc. Sin embargo falta un espacio de silencio para el encuentro con Dios, y consigo mismo. ¿No pasa algo similar en muestra vida? Tenemos tiempo para todo menos para el silencio y la escucha atenta a Dios desde nuestro interior y exterior.

Al inicio de este año les deseo de todo el corazón que esta que este encuentro con Dios presente en toda nuestra vida nos ayude a crear lazos entre nosotros y reconocernos como hermanos. Tal vez algunos de nosotros han seguido con atención el encuentro entre el Gobierno y los Prefectos. Se ha notado en ambos lados una preocupación seria por esta familia humana que habita esta casa común que es Bolivia. Dios mediante que este trabajo que se ha encomendado a las diferentes comisiones tendrá éxito. Y estoy convencido que así será si los integrantes de estas comisiones se basarán sobre el fundamento sólido de valores espirituales y éticos compartidos Y concluyo una vez más con el texto del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “Por tanto, para la paz se necesita, por una parte, la apertura a un patrimonio trascendente de valores, pero al mismo tiempo no deja de tener su importancia un sabio cuidado tanto de los bienes materiales como de las relaciones personales… Hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia” (9,10).

Qué nos dejemos guiar por esta luz que nos lleva al encuentro con El Señor y entre nosotros. Si lo tomaremos en serio, emprenderemos un nuevo camino de justicia, de paz y de solidaridad entre todos nosotros y contribuiremos en nuestras familias y en nuestro país. Para este nuevo camino desde nuestro Belén, que El Señor les bendiga. Fraternalmente: Mons. Antonio Bonifacio Reimann, OFM

Concepción, 8 de Enero de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por su precioso mensaje mons. antonio.

quisiera que también pongan algunas fotos de concepcion y de la vida de la iglesia por allá.

Dios lo bendiga