30.11.07

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?

Los dolorosos acontecimientos ocurridos en Sucre (23 y 24.XI), también la aprobación de una nueva Constitución Política de Estado el 26.XI, por el reducido numero de los Asambleístas, suscitan en nosotros muchos interrogantes. Son preguntas por el derecho de la dignidad de toda personas (desde su concepción hasta la muerte natural); Preguntas sobre la identidad cultural y religiosa; Sobre la libertad individual y colectiva en el ejercicio de los derechos y responsabilidades (cfr. Mensaje de CEB, 13.XI).

Todo eso genera en nosotros la preocupación - hasta el miedo – en cuanto al futuro de nuestro país y por consiguiente de la Iglesia. Sin embargo la fe nos enseña que él Señor siempre está presente en nuestra historia.

Cuando en la capital había los enfrentamientos, a mí me toco estar en una comunidad campesina llamada Nueva Jerusalén en la parroquia de San Pablo (Guarayos). Ahí presidí la celebración de la bendición de una sencilla capilla de tacuara, levantada por los mismos comunarios. Como el aniversario de la comunidad toco el día 14 de septiembre, la gente escogió como su patrono a San Juan Crisóstomo, cuya fiesta celebramos un día antes. Este hecho fue para mí un motivo de alegría, porque es la primera capilla dedicada a San Juan Crisóstomo en nuestro Vicariato y que murió exactamente hace 1600 (+407).

Quiero compartir con Ustedes algunos datos de su vida, porque me parecen muy similares e iluminadores para los tiempos presentes. Como obispo de Constantinopla, Crisóstomo habló con las autoridades de aquel tiempo, denunciando las injusticias. Fustigó el despilfarro, alentó al pueblo que trabajará con responsabilidad y con alegría. Todo esto le trajo enemigos en todos los estratos sociales. Se formó contra él un concillo que lo desposo de la silla patriarcal. Entre tanto Crisóstomo hablaba al pueblo con nueva vehemencia: “¿Qué voy a temer? – decía - ¿La muerte? Ya saben que Cristo es mí vida y el morir una ganancia. ¿El destierro? ¡Pero si la tierra toda es del Señor! ¿La pérdida de los bienes? Nada hemos traído a este mundo y nada llevaremos de el. Después de todos los temores me río de los bienes. Ni temo la pobreza, ni deseo la riqueza, ni me aterra la muerte y, si deseo vivir es por el bien de nuestras almas”.

Este testimonio nos hace recordar las palabras de Pablo Apóstol cuando dijo:” ¿Quien podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿La aflicción? ¿La angustia? ¿La persecución… En todo eso venceremos fácilmente por Aquel que nos ha amado” (Rom 8, 35-37).

En estos días tuve la oportunidad de leer el libro que titula: “Ver o perecer” de Benjamín Gonzáles Buelta, SJ. En una de las paginas encontré estas palabras: “El Amor encarnado es una realidad mayor que los poderes de este mundo, sus instituciones y sus servidores. El amor se encarna hoy de manera evidente y ejemplar en la vida de muchas personas, pero está presente en todas, porque el Amor no abandona nunca a nadie, a nadie le niega la palabra, no puede ausentarse jamás de ninguna existencia humana, ni de las cabezas más encumbradas, ni de la más humilde criatura nacida de su fantasía creadora, porque todas tienen un puesto en su corazón y su proyecto. El amor de Dios es fiel y sin condiciones”.

San Juan Crisóstomo al final de su vida, desde el exilio en las fronteras de Armenia, retomó el tema que tanto le gustaba del plan que Dios tiene para la humanidad: es un plan >inefable e incomprensible< pero seguramente guiado por El con amor. Esta es nuestra certeza. Aunque no podamos descifrar los detalles de la historia personal y colectiva, sabemos que el plan de Dios está siempre inspirado por su amor. De este modo, a pesar de sus sufrimientos, Juan Crisóstomo reafirmaba el descubrimiento de que Dios ama a cada uno de nosotros con un amor infinito, y por este motivo quiere la salvación de todos (cfr .Benedicto XVI, Audiencia General 27.IX.07).

Queridos Hermanos y Hermanas

En la ultima carta de la Conferencia Episcopal de Bolivia leemos las siguientes palabras: “El Adviento, que se acerca, nos introduce al misterio del nacimiento de Jesús en la Navidad. Es un tiempo que nos llama a la conversión auténtica hacia Dios y los hermanos, lo cual implica un cambio profundo en la manera de pensar y en las actitudes que debemos asumir y que son necesarias para erradicar la inequidad que hoy existe en nuestro país. >Todas las auténticas transformaciones se fraguan y forjan en el corazón de las personas e irradian en todas las dimensiones de su existencia y convivencia. No hay nuevas estructuras, si no hay hombres nuevos que movilicen y hagan converger en los pueblos, ideales y poderosas energías morales y religiosas< “(Aparecida N.538).

En el Convento de las Hermanas Franciscanas de la Tercera Orden de San Francisco en Ascensión de Guarayos vive la Hna. Dorotea Kauf que cumplió 98 años de vida.
Siempre cuando entro a su cuarto me llama la atención la imagen de la Virgen María iluminada con la luz desde dentro. La imagen esta llena de luz, así como lo dijo el Ángel a la Virgen:” Llena eres de gracia”. Juan apóstol también dice de Jesús que él es la Luz (Jn 1,9) en la que podemos ver la realidad y nos vemos a nosotros mismos. Pero esta luz no es algo externo que resbala sobre la superficie como la luz del sol sobre nuestras calles, sino que es una luz interior que surge desde el centro de cada criatura y las hace luminosas desde dentro, bellas, transparentes, habitadas por esa luz, hijos de la luz (cfr. Jn 1,12). Y nuevamente surgen la pregunta:¿Sí más que 90 % de la población de Bolivia son cristianos, porque no predomina hoy la luz de Cristo que nos hace reconocer a Dios como Padre de todos y hermanos entre todos?

Viendo esta realidad, los Obispos reunidos en la CEB dicen: “Nos urge partir de un encuentro personal con Cristo para acogerlo como fieles discípulos y compartirlo como verdaderos misioneros, ya que >no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida<” (Benedicto XVI-Dios es Amor 1).

Y al finalizar quiero retomar un punto más. Nos preocupa la nueva Constitución Política de Estado y con razón, porque debe ser la Carta Magna para todos los Bolivianos/as. ¿Pero como cristianos , conocemos otra Carta Magna que nos dejo él Señor y que son las Bienaventuranzas que constituyen el centro del programa de Reino, las bases de la nueva sociedad ¿ (cfr. Mt 5,1-11).
A los discípulos que escuchan y cumplen estas bienaventuranzas él Señor les dice: “Ustedes son la sal de la tierra, y la luz del mundo” (Mt 5,13-16).
¿No es esta la razón de tantas tinieblas que nos toca atravesar en estos días? Mientras no recorramos el camino de las bienaventuranzas, en vano servirán las marchas, las protestas y las huelgas de hambre que tengamos.

De todo corazón les deseo para estos días de Adviento y Navidad a no tener miedo de acoger esta luz que brilla desde dentro y que tiene el resplandor de la paz, de la justicia, del amor en todas las dimensiones personales, familiares, sociales, religiosas y culturales. Qué la Virgen María y su esposo José intercedan por nosotros y por nuestra Patria Bolivia para que no tengamos miedo de acoger esta Luz que está en medio de nosotros,” para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz, por el camino de las Bienaventuranzas. (cfr. Lc 1,79).
Si la acogemos, tendremos felices fiestas de Navidad, lo que imploro al Señor para todos Ustedes por intercesión de nuestra Madre, Reina de la Paz.

Fraternalmente; Mons. Antonio Bonifacio Reimann, OFM






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